En 1975, el maestro Stanley Kubrick alcanzó resultados artísticos insuperables con “Barry Lyndon”: exquisita adaptación de una novela de William M. Thackeray, traducida en imágenes de deslumbrante belleza.
Relata las vicisitudes de un joven apuesto, de orígenes humildes, encarnado por Ryan O’Neil: no muy astuto ni muy valiente, pero optimista y suertudo, él logra subir peldaños sociales en la Inglaterra del Siglo 18.
La obra ofrece una visión completamente antiheróica de la historia: en lugar de ilustrar la biografía de un caudillo o un conquistador, Kubrick describe las desventuras de un tipo mediocre, aprovechado y cobarde, quien termina siendo arrastrado por los eventos.
Cada aspecto de la realización, es llevado a cabo con un cuidado maniacal: actuaciones, escenografías, vestuario, musicalización… Todo llega a un nivel de auténtica perfección.
Por supuesto, lo que más asombra, es la increíble fotografía a colores, elaborada por John Alcott respetando las condiciones de la época describe: es decir, renunciando a toda iluminación artificial.
Una producción soberbia… única… irrepetible.
“Barry Lyndon” (Inglaterra-EE.UU. 1975) de Stanley Kubrick. Con Ryan O’Neal, Marisa Berenson, Patrick Magee, Hardy Kruger.

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